Por lo general, una visita a Sant Jeroni de la Murtra conlleva a descubrir un dato desconocido que siempre maravilla a los turistas. El Monestir abre sus puertas de martes a domingo a partir de las 10 am y las preguntas de los visitantes sobre el edificio, en el momento previo de ingresar a conocerlo, son variadas y tienen el mismo denominador común. ¿Es cierto que los Reyes Católicos venían acá? ¿Cómo es eso que Colón pasó por este lugar? ¿Explícanos como fue que en el pasado quemaron el monasterio?

 Para responder y en especial motivados por la causa de conservar ese factor sorpresa en cada una de las más de 4 mil personas quienes visitaron el monasterio en el año 2022, el equipo de La Murtra ha tenido que ingeniárselas para estructurar un relato que incluya 600 años de historia del edificio en un recorrido de no más de 40 minutos. Y hay para todos los gustos. Desde visitas guiadas o sin guía, recorridos especializados, en formato de audioguía en castellano, catalán, griego y chino. Visitas a grupos de escuelas, para periodistas, músicos y hasta un proyecto de visitas teatralizadas.

En ese contexto, el rastro de América en el Monasterio se identifica desde el momento mismo de la recepción de los visitantes. Con frecuencia, una persona del equipo recibe a los visitantes con acento latinoamericano. Por consiguiente, a las ya concebidas preguntas históricas del inicio, se suma otra, ¿de dónde sois? ¿trabajáis aquí?, y entonces el factor sorpresa del turista se dispara cuando se explica que, entre los grupos de voluntarios de Sant Jeroni, existe uno de origen latinoamericano quienes apoyan las labores del monasterio y de la Fundación Catalunya-Amèrica Sant Jeroni de la Murtra: ¿cómo eso?, ¿también tenéis una fundación?

La respuesta es sí. En el ala norte del Monasterio tiene hogar esta fundación desde el año 1996. Se trata de una sede de dos plantas en la que se destacan los vínculos históricos y culturales entre Cataluña y América. En la primera planta existe una biblioteca contigua a una sala para grupos interesados en el coworking y un vestíbulo que con mayor frecuencia se viste de sala de actos. La segunda planta está compuesta por tres salas con exposiciones permanentes y otra sala con exposiciones itinerantes. Un salón de conferencias y una galería con vista al mar mediterráneo que también funciona como taller de restauración.

Los visitantes inician el recorrido por el monasterio con la promesa que regresarán con más personas a visitar la sede de la fundación o para hacer uso de ella, bien sea para consultar algún libro de la biblioteca, asistir a cualquier acto cultural o para proponerlo, porque siempre existirá un hilo histórico para destacar entre América y Cataluña y alguien que busque contarlo.

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