por Jorge Arias de Greiff
Ingeniero Civil, Universidad Nacional de Colombia. Profesor Honorario, Universidad Nacional de Colombia. Miembro de Número, Academia Colombiana de Historia.(…)
¿por qué, si la España americana era una extensión de Castilla y Castilla era propiedad del rey, se separaron de España y no de Castilla? ¿De cuál España se independizaron los virreinatos?, ¿de la roja o de la negra?, ¿y por qué entre los líderes separatistas estuvieron los españolísimos primos Caldas y Torres? ¿Y por qué ellos cambiaron sus opiniones referentes a España en apenas unos cuantos meses? ¿Qué recónditas desarmonías reventaron en esa coyuntura?, ¿qué comunes empeños de peninsulares y criollos para desalojar a los indígenas de sus tierras oculta la historia de la cultura del lugar común? Estas notas intentarán dar luces sobre asuntos tan complejos que deben ser entendidos, no simplemente narrados, exaltados o justificados… ¿y por qué historia justificativa? ¿No será ello la patentización del complejo de culpa de los españolísimos criollos de la nobleza blanca o cuasi blanca y de los historiadores de la patria muchas veces sus descendientes directos? Todo ello debe ser repensado, replanteado, dejando a un lado imaginarios independentistas de delirante gloria inmarcesible que automáticamente llevan a una horrible noche tanto inventada como ocultada. La empresa conquistadora se inició con aventureros, geniales o no, que, pactaron capitulaciones previas con la Corona que regulaban las condiciones de cada empresa que se iba a iniciar. Más tarde, en épocas del emperador Carlos V de Alemania y rey Carlos I de España, la empresa conquistadora y pobladora pasó a ser un empeño de la Corona de Castilla y vinieron a la América a poner orden los primeros funcionarios de la Corona que acababa de declarar a la América como una extensión de Castilla. Así nació la España americana como propiedad de esa Corona que poseía a Castilla, pero no a otros reinos como Galicia, Extremadura, Cataluña o Navarra, pero sí a la recién conquistada Andalucía, y esa distinción es importante. En esas circunstancias lo que ocurrió en América fue determinado por el rey; la relación de América fue con la Corona de Castilla; poco tuvo que ver el resto de España con América. Los primeros conquistadores recibieron la posesión de tierras como recompensa por haberlas conquistado para el rey; el monarca las concedía con expresa indicación de que había que tratar bien a los indígenas, no robarles sus propiedades y no abusar de ellos y esas órdenes se reiteraban en cada capitulación o contrato para iniciar un poblamiento o fundación o para otorgar nueva merced de posesión de tierras. Pronto en los asentamientos de los conquistadores y primeros pobladores se generaron familias criollas que se fueron arraigando en las nuevas tierras, usurpadas y que continuaron usurpando a los aborígenes: fueron apareciendo las familias blancas o cuasi blancas de los criollos, dueños de las tierras usurpadas a nombre del rey y por éste concedidas como merced. Estos nacidos en América eran entonces también españoles reconocidos como hijos patrimoniales de una extensión de Castilla. Muchos descendían de las olas de conquistadores que siguieron a los aventureros y que en tiempos de los primeros austrias procedían de la nobleza peninsular, no los mayorazgos que se quedaban con los feudos, pero sí sus hijos y hermanos; así comenzó a aparecer una nobleza americana, la de esas familias blancas o cuasi blancas de rancia prosapia, orgullosas de sus ancestros y sus blasones, cuyos antepasados habían dado su sangre por conquistar esas tierras a nombre del rey y prontas a recalcar esa deuda con la familia cuando buscaban nuevas gracias o mercedes que, eran atendidas pues la Corona necesitaba que se reprodujeran en la América los estratos impermeables que constituían la sociedad del llamado “Antiguo Régimen”.
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