ENTREVISTA: NELSA CURBELO Experta en bandas juveniles

“El catalán es una ventaja para integrar a las bandas latinas”

ADRIÁN FONCILLAS – Barcelona
EL PAÍS – 04-07-2005

La uruguaya Nelsa Curbelo dirige Ser Paz, una ONG ecuatoriana que intenta tapar las grietas en la convivencia de ese país. Sólo en Guayaquil hay entre 40.000 y 60.000 jóvenes integrados en 150 bandas. Un mundo subterráneo y violento en el que Curbelo tiene hilo directo con sus dirigentes. Su ONG canaliza un proceso de pacificación entre bandas que, de afianzarse, alcanzaría a las franquicias españolas. Invitada por el Centro de Estudios Jurídicos, ha participado en charlas y talleres en Barcelona. Ecuador es el principal proveedor de las bandas de aquí; Curbelo, una de las mayores expertas en bandas latinas del mundo.

Pregunta. ¿En qué estado se encuentran las bandas latinas en Cataluña?

Respuesta. Ha superado la fase larvaria, ya empieza a tener hojitas. Los cimientos y las bases provienen de Latinoamérica. Ese trasvase es bastante rápido en una sociedad global como la actual. Pero ya hace tiempo que hay elementos españoles en las bandas.

P. ¿Qué evolución prevé?

R. Eso dependerá de ustedes. Pero en Cataluña pasa algo interesante: tratan de conocerlas y entenderlas, lo que posibilita prevenir los procesos. Las bandas están formadas por niños y jóvenes, y tienen una vertiente que apunta claramente hacia el delito. Eso es peligroso y nos asusta a todos, pero lo positivo es que el proceso se puede redirigir porque los actores son maleables.

P. ¿Cómo se actúa en Cataluña contra las bandas?

R. He estado en conferencias con un público muy amplio: gente del mundo judicial, penitenciario, educativo, de barrios. Lo principal es el interés. Quizá hay que extenderlo a los educadores. La policía autonómica realiza un extraordinario trabajo de prevención.

P. Al igual que en Latinoamérica, sus miembros parecen ocupar los márgenes de la sociedad. ¿Es ese el factor que más ayuda a su propagación?

R. Influye por igual lo anterior como la falta de afecto, lo que les empuja a reunirse. Las causas de su eclosión son varias: desestructuración familiar, incapacidad de acceder a centros de estudio, agrupación en guetos. Hay que darles ayuda afectiva porque están desarraigados: no vinieron voluntariamente. Siguieron a sus padres muchos años después, a veces cuando éstos ya habían reorganizado las familias. Es habitual que los jóvenes, al llegar, sientan que están de más.

P. ¿Cuáles deben ser las actuaciones concretas?

R. No hay una receta absoluta, cada sociedad debe actuar de forma diferente. Pero es indispensable intervenir directamente en la familia: es muy difícil que un joven acabe en una banda si sus padres están integrados. Hay que potenciar cursos de autoestima para que empiecen a valorarse, a sentirse interesantes. Hay que sacar a la luz lo que está oculto, capacitarlos en lo que saben hacer: cultura, música…

P. La falta de integración, ¿es culpa suya o del recelo de la sociedad receptora?

R. No es culpa de nadie. La integración es un proceso lento y pasa por conocer a amigos catalanes, rehuir los guetos, que son el caldo de cultivo que impide su integración. Los catalanes tienen que permitirla y los de allá han de esforzarse. Todos los inmigrantes llegan para trabajar. La sociedad de aquí los margina al dejarles los trabajos que nadie quiere. Pero aunque no les trate de igual forma, sí los acoge. Cuando llegan a una sociedad con unas condiciones como las de ésta, rápidamente se encandilan por todo lo que no han tenido nunca y ven aquí. Pero si se les priva el acceso, es posible que caigan en la violencia.

P. ¿La lengua catalana es un problema añadido?

R. Al contrario, es una de las ventajas de Cataluña. La lengua les despista, hablar catalán les hace sentir que no pisan el mismo terreno. Cuando uno habla la misma lengua, cree que conoce, y eso le conduce a cometer muchos errores. Tiene que saber que ésta en una sociedad diferente, con leyes diferentes. Ese primer despiste, ese primer golpe, les puede ayudar.

P. ¿Serviría el Barça?

R. Sólo si todos fueran hinchas del mismo equipo. El fútbol es un factor de desintegración porque los hace competitivos y enemigos a muerte, fomenta la desunión. Además, es uno de los ámbitos donde más se bebe. Nunca incluimos el fútbol en nuestras políticas. Sí los grafitos. También el break dance porque implica esfuerzo físico incompatible con el alcohol o las drogas, y las artes marciales porque enseñan el respeto al adversario y a las normas.

P. ¿Qué pueden aportar?

R. El dinamismo. Los jóvenes vienen con ganas de hacer cosas, aunque no tengan espacio, las van a hacer. La pregunta es otra: ¿qué creen ustedes que pueden aprender de ellos? Si no ven nada, es que algo falla. Les puedo decir lo que pueden traer ellos, pero lo que pueden aportar lo tienen que descubrir ustedes.