Jordi Pujol: “Sin presión de Guayaquil no habrá autonomías”
Xavier Sánchez | Editor El Universo de Guayaquil
Publicado el 27 de abril de 2005
También en: El món de Julio
Pujol, “padre de las autonomías” en España y presidente de Cataluña por 24 años, se refirió a este sistema de gobierno.
Se considera un fanático del Barcelona Fútbol Club, de España, pero no a muerte, aclara Jordi Pujol, conocido como “El padre de las autonomías” en Cataluña, región en la cual fue presidente durante casi 24 años.
Al responder sobre las autonomías y al nombre que “copia” el ídolo del fútbol guayaquileño, dice que es más fácil crear un equipo que cambiar la mentalidad centralista de un país que entre sus aspiraciones incluye las autonomías.
Pregunta: ¿Su visita coincide con una crisis política que evidencia la situación del Ecuador?
Respuesta: Es cada vez evidente que Ecuador debe resolver sus serios problemas. Me sorprende, y por supuesto que se debe evitar en el futuro, que en ocho años tres presidentes hayan sido derrocados por vías que no son las normales. Un país, para progresar necesita estabilidad, continuidad y gobernabilidad, y esto parece que en Ecuador no se da.
P: ¿Es oportuno impulsar un proceso de autonomías en estas circunstancias?
R: En estos momentos de inestabilidad parece que no es un buen momento pero también es bueno porque algún día esto puede obligar a hacer a Ecuador lo que hizo España en los años 75 a 80. Tenemos que refundar el estado, el estado no ha funcionado, tenemos que refundarlo.
P: Parecería lírico…
R: Digámoslo de otra forma. Debemos introducir cambios que hagan que el país funcione y para ello se debe tener respeto a los órdenes democráticos, por ejemplo respeto a la separación de poderes. En fin, introducir una mentalidad positiva, creativa, que no haya canibalismo político, en el que haya unos cuantos valores básicos en bien del país que sean asumidos por todo el mundo, y entre estos valores debe estar el autonomismo, porque este está demostrado en Alemania, España, ahora en Italia, en Austria, Bélgica. Se ha visto cómo la descentralización resulta desde el replanteamiento más modesto hasta el estado fuerte de las autonomías. Hay muchas gamas (de autonomías), pero del país depende (alcanzar) una de esas gamas… Esto puede formar parte de un nuevo enfoque que va desde el respeto a las normas constitucionales, hasta introducir elementos nuevos, valores comunes nuevos.
P: Usted habla de valores, uno de los antivalores en el medio es la corrupción.
R: No me corresponde hablar de si hay o no corrupción, y suponiendo que la hubiese, elementos de corrupción hay en todas partes. Evidentemente la corrupción es un cáncer para el país.
P: ¿Estas circunstancias inciden en una autonomía?
R: Las autonomías nunca son perfectas porque siempre se basan en una cierta tensión del poder central. Por ejemplo, el federalismo norteamericano, los cantones suizos. Todo lo que es vida es tenso, la empresa y el sindicato, la agricultura y la industria.
P: En Ecuador, cuando se menciona a Quito y Guayaquil se las compara con una bipolaridad. ¿Ello en cuánto puede incidir con un proceso de autonomías?
R: En España las autonomías han permitido un desarrollo del país, pero también se daba una cierta bipolaridad entre Barcelona y Madrid, ahora es menos, pero esto no necesariamente debe ser malo.
P: Sectores opuestos a los procesos de autonomías plantean como opción la descentralización.
R: Falta saber qué se entiende por descentralización y autonomía. Se trata de los territorios, que Quito, la Amazonia, Esmeraldas tengan capacidad para tomar decisiones, asumir responsabilidades, iniciativas. Esto enriquece porque si no siempre habrá que esperar a que de Quito llegue el permiso.
P: A las propuestas de autonomías sus opositores incluso las han calificado de novelería.
R: En Ecuador no sé, pero en España no es novelería, en Alemania no lo es, en Austria no, en los Estados Unidos no, en Canadá tampoco. En Ecuador hay una cosa que es real, conozco un poco su economía, lo que sí es cierto es que hay una realidad que es Guayaquil. Antes Guayaquil era poca cosa. Desde principios del siglo XIX ha desarrollado una realidad económica, política, social muy importante. Esto no es una novelería, es una realidad que ha ayudado mucho al progreso del Ecuador y a la que hay que darle respuesta, hay que permitirle a esa zona que se desarrolle con profundidad, con plenitud, con energía, sin frenos.
P: ¿El objetivo de una autonomía es viable en las actuales circunstancias?
R: No conozco la historia del Ecuador. Veo que el Ecuador tiene necesidad de conseguir una estabilidad, conseguir que el mundo político esté más apaciguado y además haya la existencia de unos valores y objetivos comunes, uno de los cuales creo que pudiera ser bueno que fuese la estructuración del Ecuador como un estado de las autonomías también.
P: ¿Cómo encauzar las autonomías cuando hay diversas posiciones como las autonomías regionales, provinciales, cantonales?
R: Hay que tener siempre en cuenta lo que es la realidad. La Amazonia es una realidad, Guayas, Guayaquil y todo su entorno son una realidad; Quito y la Sierra es una realidad; Cuenca es una realidad, Esmeraldas, la zona norte es una realidad, tienen una consistencia, hay que respetar las realidades.
P: Las autonomías también pueden resultar frágiles…
R: A la gestión de Cataluña la veo positiva, pero es evidente que con el tipo de autonomía no es suficiente para lo que es su personalidad, cosa que no se da en Ecuador, a más de un tema del cual no me meto, que es de tipo indígena.
P: ¿Cómo se maneja la economía en una región con autonomía?
R: Guayas tendrá que pagar una cuota de solidaridad como la paga Cataluña. Lo que pasa es que Cataluña tiene una cuota de solidaridad que ahoga a Cataluña y según aquí me dicen que también ahoga a Guayaquil.
P: ¿Cómo proyecta al inmigrante ecuatoriano en España?
R: España no es un país uniforme. Cuando los emigrantes llegan a Cataluña enfrentan realidades. Cuando ve que las clases se dan en catalán se lleva una sorpresa y cree que el país es unificado –en cuanto al idioma–. España por una parte es un problema, por otra le da un gran impulso y sin esta presión de Cataluña y el País Vasco, no sé si hubiera habido autonomía. En Ecuador, a lo mejor, si no hay presión de Guayaquil no habrá autonomías.
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