La actitud de los inmigrantes hacia bancos y cajas varía según la nacionalidad, pero es común en ellos desconfiar de las entidades financieras y rechazan la apertura de cuentas, algo a lo que no están acostumbrados en sus países de origen. Algunos, como los ecuatorianos y peruanos, son grandes usuarios de casas de giros, un mercado de altas comisiones. Y los magrebíes optan mayoritariamente por llevar en mano -a través de familiares o de redes dedicadas al negocio- las remesas que transfieren a su país. En este contexto, el control del dinero de los inmigrantes no sólo puede ser negocio para bancos y cajas, sino también una manera de comenzar a ser parte integrante de una economía moderna.
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