Maragall entrega a Pere Casaldàliga el Premi Catalunya en la selva de São Félix
Centenares de fieles de pueblos de la Amazonía participaron en el homenaje al “obispo de los pobres”, que reivindicó la causa de los marginados.
El ‘obispo de los pobres’ dijo en su discurso que “sólo habrá paz en el mundo si hay paz entre las religiones”
LA VANGUARDIA – 10/03/2006
Redacción SÃO FÉLIX DO ARAGUAIA BRASIL
La población de São Félix do Araguaia, en el corazón de la selva amazónica, a unos 1.100 kilómetros al norte de Brasilia, vivió ayer una jornada de fiesta en honor del obispo catalán Pere Casaldàliga, que durante muchos años ejerció allí la prelatura. El obispo de los pobres y firme defensor de la teología de la liberación, que no sale de Brasil para evitar que se le impida regresar al país de donde ha sido expulsado varias veces, recibió de manos del presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, el XVIII Premi Internacional Catalunya.
Maragall viajó hasta la zona del Mato Grosso en una avioneta de cinco plazas, acompañado de su esposa, Diana Garrigosa, y de la secretaria general de Relacions Internacionals del Govern, Margarita Obiols. El acto en homenaje a Don Pedro – como allí se le conoce- fue una auténtica fiesta a la que acudieron centenares de fieles de los pueblos de la zona, algunos distantes hasta 500 kilómetros, en el que también participaron el padre Gabriel, sacerdote en estos lares, y también el obispo Leonardo Ulrich, que relevó a Casaldàliga en São Félix. Durante el acto se proyectó un DVD con imágenes del sacerdote tomadas en aquella región e ilustrado con poemas del propio Casaldàliga. El filósofo Xavier Rubert de Ventós fue el encargado de leer, como presidente del jurado, la justificación del premio a Casaldàliga, que distingue “su meritoria tarea entre los más desvalidos, especialmente entre los indígenas y los sin tierra”.
El presidente de la Generalitat destacó en su intervención la obra y el ejemplo de Pere Casaldáliga, quien “está haciendo el estatuto de los pueblos que viven en la otra cara del planeta”, recordó que “no hay un mundo desarrollado y un mundo subdesarrollado, sino un mundo por desarrollar” y defendió las ideas del obispo emérito, que “abren una avenida amplísima al diálogo entre la gente de diversas creencias”.
En su discurso de agradecimiento, en portugués, Casaldàliga se confesó “abrumado”. “Yo continúo siendo un hijo de cal Lleter de Balsareny, en la orilla del Llobregat, un riachuelo insignificante al lado de este Araguaia majestuoso”, dijo. Para el obispo, la distinción es un motivo “para renovar la identidad catalana” y “para reasumir las causas de los derechos de las personas y de los pueblos; sobre todo de los marginados, e incluso prohibidos”. Yel objetivo de estas causas se formulan con el postulado “humanizar la humanidad practicando la proximidad”. Recordó que “sólo habrá paz en el mundo si hay paz entre las religiones”, apeló a “un diálogo interreligioso” y lamentó que “todavía hoy, las religiones son, con demasiada frecuencia, fundamentalismo, división e incluso guerra”.
El obispo concluyó confesando que vivir en el Mato Grosso le ha “universalizado el alma” y que el contacto con la causa indígena y la causa negra le han ayudado a “redescubrir la identidad de las personas y de los pueblos con alteridad y con complementariedad”.
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