Con permiso de la contra de La Vanguardia
LUCHO GARZÓN, ALCALDE DE BOGOTÁ
“Soy hijo natural de una madre engañada”
Tengo 53 años. Nací en Bogotá, donde sus ciudadanos desconfían del sistema y maldicen al Gobierno, pero aman su ciudad. Huyendo de la guerra y la pobreza cada mes llegan 10.000 habitantes a Bogotá, que ya supera los ocho millones. Mi obsesión como alcalde es alimentar a más de 400.000 ciudadanos que pasan hambre. Participo en el Fòrum .
LLUÍS AMIGUET – 10/09/2004
Yo soy el hijo natural de una madre engañada. Y lo digo sin resentimiento y sin rabia. Lo digo porque es la verdad.
–Cuente…
–En Colombia a mucha gente le daría reparo decir algo así, pero yo lo hice público hace tiempo. Mi mamá era una campesina con un año de primaria y él era un hombre bien posicionado… La engañó.
–Comprendo.
–Y mi mamá hizo de todo para sacarme adelante. Pero yo a los diez años me fui…
–¿Por qué se fue de casa?
–Porque allí era más importante el perro que el hijo de la chacha. Yo ya me hacía preguntas: “¿Por qué yo no tenía almuerzo y ellos sí? ¿Por qué ellos iban en el autobús del colegio y yo tenía que ir andando?” Así que cogí un tremendo enfado y me fui.
–¿Adónde?
–A ganarme la vida. A los diez años fui albañil, carpintero, pero no albañil europeo como los de aquí, que se lo ganan muy bien.
–Creo que sí.
–Yo tenía que hacer más cosas para poder comer. Fui maletero y caddie de golf y estudiaba por la noche. Eso tenía un lado bueno.
–Pues explíquemelo.
–Yo no tenía los prejuicios y los miedos de los niños de clase alta. Todo el mundo era mi escuela. La calle era mi casa y la noche… ¿Sabe? La noche es mucho más clara que el día.
–¿En qué sentido?
–De noche la gente se quita la máscara. La prostituta de noche lo es y de día resulta que es secretaria; el ladrón roba de noche y de día es empleado de guante blanco en un banco; el borracho que es hombre juicioso de día muestra su locura al anochecer. De noche ves con claridad la profundidad de cada ser humano. La noche es luminosa…
–…Y peligrosa.
–Conocí la droga.
–¿La cató?
–No. No me acerqué a ella.
–¿Cocaína?
–No. Nunca, pero entonces no era lo de ahora.
–¿Y su mamá?
–Mientras yo estudiaba, ella había ascendido también en la escala social y en la escalera: ya era la portera de la casa. Y yo era el hijo de la portera. Y tuve suerte otra vez.
–¿Por qué?
–Porque en aquel edificio también vivía Camilo Torres.
–¿El guerrillero?
–Sí, el cura guerrillero. Lo conocí y, la verdad, lo admiré. Y recuerdo su muerte el mismo día que yo cumplía quince años. Y así fui creciendo. De noche bolero, tango y libros, y de día, Camilo Torres, el revolucionario. Yo estaba rabioso…
–Comprensible.
–Y encima nos robaron las elecciones. En el 70 ganó el Anapo, apoyado por las clases más humildes, y nos las robaron. Aún creo, con muchísimos colombianos, que aquello fue un terrible fraude electoral.
–¿Se ganaba usted bien la vida?
–Llegué a trabajar en la zona petrolera en Barrancabermeja. Aquello era mucho más macondiano que Macondo.
–Imagino.
–Y me hice sindicalista. Pero poco a poco me fui dando cuenta de que la lucha sindical no era suficiente.
–¿Por qué?
–Porque es demasiado corporativa. Los sindicalistas sólo se preocupan de quienes están empleados y de las empresas y dejan fuera al resto de la sociedad. Por eso ahora trabajo desde el Polo Democrático en movimientos mucho más amplios.
–Leí este domingo que usted estaba en una lista encontrada a militares colombianos que pretendían liquidarle. A usted, a otros izquierdistas y a militantes pro derechos humanos.
–Prefiero no hablar de eso ahora. Ya pedí que lo investigaran.
–Como quiera.
–Ya ve. Yo me muevo en Colombia entre quienes están en la guerrilla y creen que se puede tomar el poder por las armas y comenzar una revolución socialista…
–Eso suena a siglo pasado.
–…Ellos creen que están en el presente y que son el futuro.
–¿Y usted?
–Y el Gobierno Uribe que está convencido de que puede aplastar militarmente a la guerrilla e invierte en ese empeño una cantidad enorme de dinero.
–¿Y usted en medio?
–Otros creemos en medio que la solución no es militar sino política y que tiene que haber negociación, diálogo y después reformas a fondo y de fondo.
–Como por ejemplo…
–El bipartidismo tradicional no nos representa; en la justicia, los niveles de impunidad son inadmisibles. Un pueblo que no investiga y juzga los crímenes y no los castiga, no tiene futuro en paz.
–Juzgar a los narcos no es fácil.
–Y tercero la distribución de la riqueza. En Bogotá hay 400.000 personas que pasan hambre y que yo he puesto como prioridad absoluta en mi agenda. No puede haber prosperidad cuando toda la riqueza la acaparan cuatro. Necesitamos un sistema fiscal con algo más que impuestos indirectos. Un sistema donde el que más tenga ponga más.
–Justo y necesario.
–Y en los media no hay diversidad.
–¿Cómo ha conseguido usted ganar?
–Sin media, ni marketing ni asesores gringos. Miro a la gente a los ojos y les digo quién soy y qué pienso. Es la única campaña que funciona hoy en día.
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