El Periódico
31 de enero de 2013
El país sudamericano se caracteriza por el dinamismo, el entusiasmo y la complejidad
Las exportaciones catalanas a la UE han sufrido descensos en los últimos años
Con 8,5 millones de kilómetros
cuadrados, Brasil posee unas dimensiones casi continentales. Es el
quinto país mayor del mundo y ocupa una posición de liderazgo destacado
entre sus vecinos del cono sur, por su estabilidad política y su
ortodoxa regulación económica. Desde que hace dos décadas estabilizara
su economía, ha logrado un crecimiento prolongado, en un país
caracterizado por el entusiasmo, el dinamismo y la complejidad. Desde
Europa, Brasil puede parecer un adolescente. Pero comparado con los de
su entorno, es un joven maduro. También es cierto que, si se coteja con
otros países emergentes –como México o Sudáfrica–, Brasil es poco
abierto al comercio internacional, dada su política proteccionista, sus
grandes dimensiones y su riqueza natural (aspectos que le permiten una
autarquía inaccesible para los demás). Pero a pesar de las dificultades
de índole burocrático, la complejidad fiscal, el proteccionismo, las
distancias o incluso las diferencias culturales, Brasil tiene un gran
potencial de crecimiento. Sus dirigentes son conscientes de ello y han
emprendido acciones decididas para impulsar este desarrollo. Argumentan
al resto del mundo que este es un destino obligado para cualquier
empresa con vocación internacional. “Es posible que, por sus
características, no llegue a tener por el momento el grado de apertura
al comercio de otros países similares, pero la dimensión de su mercado
interno y su posición en Sudamérica son razones suficientes para valorar
detenidamente la conveniencia de estar presente en el mismo”, esgrime Miquel Àngel Sirera, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Brasil-Catalunya (CCBC).
La comunidad catalana es, sin duda, un perfecto candidato para el
fortalecimiento de estas relaciones bilaterales. Si bien el mercado
natural de Catalunya (y de España) ha sido y es Europa –por razones de
desarrollo económico, proximidad y complementariedad–, sus principales
clientes hace años que acusan modestos crecimientos, cuando no
descensos. En los primeros 10 meses del año pasado, por ejemplo, las
ventas a Francia, disminuyeron un 3,8 %; un 10,6% las ventas a Italia;
un 14,3% a Portugal; y un 5% al Reino Unido. Tan solo el segundo cliente
catalán – Alemania –, compró en la comunidad un 19,5% más que en el
mismo periodo del 2011. Como resultado, nuestras ventas a la UE han
caído un 1,1%, mientras nuestras exportaciones mundiales en los 10
primeros meses del 2012 han crecido un 4,8 %. Es en este contexto que
hay que valorar las exportaciones de Catalunya y España a Brasil. “Es
como si nadáramos contracorriente”, señala Sirera. Las cifras son
prometedoras: “Nuestras exportaciones a este país se duplicaron entre
2009 y 2011 y en el 2012 siguen creciendo a un ritmo del 30% en
Catalunya y de más del 10% en el total de España”, concluye.
cuadrados, Brasil posee unas dimensiones casi continentales. Es el
quinto país mayor del mundo y ocupa una posición de liderazgo destacado
entre sus vecinos del cono sur, por su estabilidad política y su
ortodoxa regulación económica. Desde que hace dos décadas estabilizara
su economía, ha logrado un crecimiento prolongado, en un país
caracterizado por el entusiasmo, el dinamismo y la complejidad. Desde
Europa, Brasil puede parecer un adolescente. Pero comparado con los de
su entorno, es un joven maduro. También es cierto que, si se coteja con
otros países emergentes –como México o Sudáfrica–, Brasil es poco
abierto al comercio internacional, dada su política proteccionista, sus
grandes dimensiones y su riqueza natural (aspectos que le permiten una
autarquía inaccesible para los demás). Pero a pesar de las dificultades
de índole burocrático, la complejidad fiscal, el proteccionismo, las
distancias o incluso las diferencias culturales, Brasil tiene un gran
potencial de crecimiento. Sus dirigentes son conscientes de ello y han
emprendido acciones decididas para impulsar este desarrollo. Argumentan
al resto del mundo que este es un destino obligado para cualquier
empresa con vocación internacional. “Es posible que, por sus
características, no llegue a tener por el momento el grado de apertura
al comercio de otros países similares, pero la dimensión de su mercado
interno y su posición en Sudamérica son razones suficientes para valorar
detenidamente la conveniencia de estar presente en el mismo”, esgrime Miquel Àngel Sirera, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Brasil-Catalunya (CCBC).
La comunidad catalana es, sin duda, un perfecto candidato para el
fortalecimiento de estas relaciones bilaterales. Si bien el mercado
natural de Catalunya (y de España) ha sido y es Europa –por razones de
desarrollo económico, proximidad y complementariedad–, sus principales
clientes hace años que acusan modestos crecimientos, cuando no
descensos. En los primeros 10 meses del año pasado, por ejemplo, las
ventas a Francia, disminuyeron un 3,8 %; un 10,6% las ventas a Italia;
un 14,3% a Portugal; y un 5% al Reino Unido. Tan solo el segundo cliente
catalán – Alemania –, compró en la comunidad un 19,5% más que en el
mismo periodo del 2011. Como resultado, nuestras ventas a la UE han
caído un 1,1%, mientras nuestras exportaciones mundiales en los 10
primeros meses del 2012 han crecido un 4,8 %. Es en este contexto que
hay que valorar las exportaciones de Catalunya y España a Brasil. “Es
como si nadáramos contracorriente”, señala Sirera. Las cifras son
prometedoras: “Nuestras exportaciones a este país se duplicaron entre
2009 y 2011 y en el 2012 siguen creciendo a un ritmo del 30% en
Catalunya y de más del 10% en el total de España”, concluye.
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