Con un sentido ‘Elogio de la lectura y la ficción’, el escritor peruano, Mario Vargas Llosa, agradeció este martes el premio Nobel de Literatura en el tradicional discurso de aceptación en la Academia Sueca de Estocolmo. En su alocución, Vargas Llosa ha repasado sus referentes tanto literarios como vitales, todo aquello que, en definitiva, le ha convertido en el escritor que ha logrado tan prestigioso premio. Entre ellos, ha citado Barcelona, ciudad en la que vivió durante cinco años en la década de los setenta y por la que siempre ha sentido un enorme agradecimiento. De la capital catalana, el escritor peruano ha recordado su capacidad para abrirse culturalmente al exterior en los últimos compases del franquismo y la ha bautizado como la capital cultural de América Latina porque era donde todos los artistas del continente “tenían que estar” . Según Vargas Llosa, “ninguna ciudad aprovechó tanto y mejor que Barcelona este comienzo de apertura ni vivió una efervescencia semejante en todos los campos de las ideas y la creación”. El escritor peruano se ha deshecho en elogios para aquella Barcelona, a la que recuerda como la “Torre de Babel” en la que “escritores españoles y latinoamericanos se mezclaron y fraternizaron”. La cita a la Barcelona de esa época se enmarca en un parte del discurso en el que ha homenajeado a su segunda patria, España. Vargas Llosa, que tiene la nacionalidad española además de la peruana, ha felicitado al país por su transición democrática, que ha calificado de “una de las mejores historias de los tiempos modernos”. Seguidamente, ha lanzado duros dardos contra el nacionalismo en general y, en concreto, en España, a los que ha llamado “plaga incurable del mundo moderno”. Tributo a la literatura Gran parte del discurso de Vargas Llosa le sirvió para elogiar a su gran “pasión”, la literatura. De ella, destacó que, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión. El escritor peruano aseguró que, sin las ficciones, el hombre sería menos consciente de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible, y del infierno en que ésta se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión. En su discurso, Vargas Llosa rindió homenaje a su madre y a sus maestros, entre quienes citó a Flaubert, Faulkner, Joanot Martorell, Cervantes, Dickens, Tolstoi o Thomas Mann.
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