Los extranjeros caen un 3,5%, aunque representan el 40,5% en Ciutat Vella
El Periódico BARCELONA
La Barcelona multicultural, que en los últimos 10 años ha crecido vertiginosamente, echa ahora el freno a la absorción de nuevos cupos de extranjeros, lo que permitirá dar más prioridad a la integración y fusión tantas nuevas costumbres y modos de vida como las que los 284.632 extranjeros de la capital catalana han traído bajo el brazo. Por primera vez en la última década, la cifra se reduce, un 3,5%, por obra y efecto de la crisis y de los pactos de cooperación con distintos países para regular los flujos migratorios. En la capital catalana un 17,6% de sus 1,61 millones de habitantes –con unos 4.300 menos empadronados que en el 2009– son foráneos. La buena noticia para el ayuntamiento es que crece la tendencia a distribuirse por toda la ciudad, lo que facilita su adaptación, aunque Ciutat Vella sigue teniendo el porcentaje de inmigrantes más alto, un 40,5%, con datos a 1 de enero del 2010.
El auge en los últimos 10 años ha sido continuada (a excepción del 2007, cuando se registra un falso descenso al incorporar la normativa de bajas por caducidad del padrón), pasando de los 53.428 extranjeros del año 2000 a los 294.918 del 2009. Como avanzó EL PERIÓDICO el pasado 21 de marzo, el nuevo padrón constata un bajón de más de 10.000 foráneos. La caída de los europeos –que suelen trasladarse por motivos laborales o para cursar estudios superiores– es mínima (en torno al 1% en el caso de la Europa de los 15), mientras que la de la inmigración por necesidad es especialmente acusada en el caso de América del sur, con un bajón del 8,7%.
MÁS ASIÁTICOS / Por nacionalidades, los países con más bajas son Bolivia (que pierde a más de 2.131 inmigrados), Ecuador (1.751), Brasil (1.592) y Argentina (908). Por contra, los principales nuevos emisores son Paquistán (415 más empadronados), India, Bangladés y China. Las nacionalidades con más presencia son italianos (22.946, muchos con doble nacionalidad argentina), ecuatorianos (20.459) y paquistanís (18.150).El primer descenso global desde el año 2000 induce al primer teniente de alcalde, Carles Martí, a considerar que la ciudad se encuentra con «el final de una etapa que podemos llamar la década de la acogida, para empezar otra que será la de la integración». Un camino que se allana gracias al paulatino reparto de los extranjeros por todo el mapa de la capital catalana, donde ningún distrito tiene menos del 11% de población foránea. Si en el 2001 el centro de la ciudad congregaba al 21% de recién llegados, ahora el territorio alberga al 14,5% del total. Eso sí, de perfiles muy diversos, ya en Ciutat Vella, por ejemplo, predominan los paquistanís y filipinos, mientras que en Sarrià-Sant Gervasi los más numerosos son los italianos, franceses y alemanes. En el conjunto de la ciudad, el 17,6% son extranjeros, pero pese a su expansión, como una mancha de aceite, en Ciutat Vella es donde siguen siendo más visibles, al representar al 40,5% de su vecindario. Por contra, en cifras absolutas el distrito que más foráneos alinea es el Eixample (46.823), pero su peso es del 16,5% sobre el total de población.
CAMBIOS / A lo largo del 2009, 55 de los 73 barrios de la ciudad han perdido población no española, especialmente en los casos del Raval, la Sagrada Família, Sant Gervasi-Galvany y Ciutat Meridiana. Entre los pocos que suben figuran barrios de Sant Martí, pero con cifras casi anecdóticas. Según Carles Martí, el reto que ahora asume Barcelona es «gestionar la diversidad y garantizar la convivencia entre los barceloneses», un hecho que debería facilitar el aumento de matrimonios mixtos y de hijos nacidos de estas uniones en Barcelona. De cara al futuro, la previsión apunta a ganar más población asiática.
JENNY ÁLVAREZ / ECUADOR
“Algunos familiares se han ido, pero yo resistiré”
DAVID PLACER Ahogados por las hipotecas y por los altos índices de paro, el colectivo ecuatoriano, el segundo en importancia en Barcelona, perdió 1.751 personas el año pasado. Algunos han buscado pisos más económicos en poblaciones cercanas a Barcelona como Santa Coloma, Cornellà y Sant Boi. Otros han optado por irse a Estados Unidos, pero muy pocos han regresado a su país. «Ecuador sigue atravesando una situación económica complicada. La gente que lleva años aquí tiene el regreso como la última opción», explica José Vera, presidente de la Federación de Entidades Ecuatorianas en Catalunya.
Los embargos de pisos se extienden como un problema asfixiante para el colectivo. Jenny Álvarez, de 49 años, lo conoce de cerca. «Mi marido se ha quedado sin trabajo. Yo trabajo solo media jornada y nos han embargado el piso. Ahora tenemos una deuda de unos 30.000 euros y nos quedaremos sin casa», explica. «Pero me quedaré aquí. Yo le repito a mi esposo de que lo más importante es que permanezcamos todos unidos», agrega con solemnidad. Jenny ha visto como varios familiares y amigos han regresado a Ecuador desbordados por las dificultades económicas. «Algunos familiares se han ido porque allí tienes más apoyo. Pero yo seguiré resistiendo. De aquí no me voy. Tengo mis nietos, que son españoles, y estoy muy contenta a pesar de todos los problemas que he tenido que afrontar», remata.HUGO FERNÁNDEZ / BOLIVIA
“Siempre pensamos en la opción de regresar”
DAVID PLACER Son el colectivo inmigrante más afectado por la crisis. Los bolivianos, los últimos en llegar en masa a España, fueron sorprendidos en sus primeros años de adaptación por una debacle inmobiliaria que ha dejado sin trabajo a gran parte de los hombres trabajadores, en su mayoría en situación irregular y sin posibilidades de conseguir empleo. Un total de 2.131, un 12% del colectivo, se ha ido de Barcelona en el último año. El 53% de los bolivianos se encuentra en España de forma irregular, según los datos del censo electoral de la Embajada de Bolivia. La mayoría está en paro y los dramas familiares se multiplican. «Hay 12 cadáveres de bolivianos que deben ser repatriados, pero sus familias no tienen recursos para pagar los gastos de envío. Uno de ellos se suicidó porque no encontraba trabajo», explica José Luis Villarroel, portavoz de la Federación de Entidades Bolivianas. La crisis ha hecho que los bolivianos liquiden en pocos meses los ahorros que habían acumulado en España. Muchos están atrapados en una espiral de pobreza y ni siquiera tienen recursos para pagar su pasaje de regreso a su país.«Pertenezco a una entidad, Fraternidad Taitas, con 134 miembros. Este año hemos perdido a unos 15 que han regresado a Bolivia. Nosotros siempre pensamos en la opción de regresar, aunque yo creo que me quedaré aquí para siempre», explica Hugo Fernández, portavoz del colectivo.
JOAO PAULO RODRÍGUES / BRASIL
“Me tendré que ir porque no encuentro trabajo”
La economía de Brasil emerge como la espuma a un ritmo casi tan acelerado como la huida de brasileños de Barcelona. En tan solo un año, el colectivo se ha reducido un 20%.
El sueño de superación en España se ha ido desdibujando mientras se aclaran las posibilidades de prosperar en su país, donde el salario mínimo ha aumentado un 200% en los últimos ocho años y donde se organizará un Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos.
«La situación económica de los brasileños en Barcelona se está complicando. Antes no acudían a las entidades y ahora comienzan a contactar con nosotros para recibir ayudas», explica Ana Bárbara Sousa, secretaria de la asociación Diversia, que reúne al colectivo.
Brasil ha exportado a Barcelona a trabajadores de base pero también a profesionales cualificados que no vislumbran demasiadas perspectivas de futuro en la ciudad. «Me gusta mucho Barcelona, pero en mi país tengo más oportunidades y un nivel de vida que no puedo tener aquí», explica Joao Paulo Rodrígues, un estudiante de doctorado en Periodismo y Tecnologías de Información. «Quisiera quedarme hasta diciembre, cuando termino mis estudios, pero tendré que irme en julio porque no encuentro ningún trabajo», añade.
El colectivo considera que deben afrontar más obstáculos que el resto de latinoamericanos porque deben aprender dos idiomas (castellano y catalán) para aumentar sus posibilidades de colocación.
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