Tomado de Historia de la revolución de la República de Colombia en el América Meridional
por José Manuel Restrepo
Entre tanto el Libertador había tomado varias disposiciones en su cuartel general cerca de Angostura : una de ellas fue reorganizar el ejército, haciendo dos divisiones : era jefe del estado mayor general el brigadier Carlos Soublette. Confirió el mando de la primera división á Piar, elevándole al alto puesto de general en jefe, y el de la segunda al general José Francisco Bermúdez. En seguida levantó el campo del Juncal y ocupó los alrededores de Angostura. Tal era el estado de los negocios del sitio, en que poco se había adelantado por la falta de medios y recursos para batir las fortificaciones y la escuadrilla real, que enteramente dominaba el Orinoco. En estas circunstancias se supo en Angostura el arribo de Morillo con su ejército al Chaparro, donde se había reunido con la división de Aldama. Se dijo como cierto en Guayana, y había motivos para creerlo, que Morillo destinaba una fuerte división de sus tropas para libertar la provincia de Guayana de la presencia y ataques de los republicanos. En consecuencia el jefe del estado mayor general dio la orden de que los veinte ó veinte y dos capuchinos misioneros catalanes que se hallaban reunidos y supervigilados en Caruache, fueran conducidos á otro pueblo del interior de las Misiones, llamado la Divina Pastora; traslación que se ejecutaría en el caso de un ataque de parte de los realistas. El oficial encargado de su custodia, que ignoraba la geografía del país, entendió que se le prevenía los enviara á la eternidad á gozar de la Divina Pastora, ó la Virgen María, y resolvió deshacerse de una vez de ellos, matándolos sin piedad.Verificóse aquella sangrienta ejecución (mayo) por una partida de Indios de los mismos que los capuchinos habian sacado de los bosques y medio civilizado, los que, según hemos dicho anteriormente, detestaban á los misioneros. El oficial confiaba acaso que disculpándose con 1an torpe equivocación, Bolívar, después de la matanza, no le baria cargo alguno. Por desgracia para el honor del Libertador, el oficial no se engañó en sus cálculos, y quedó impune tan horrendo crimen (i). Solo tiene la disculpa de la justa irritación que se había apoderado entonces de los patriotas por las sangrientas ejecuciones de Morillo en la Nueva Granada, y por las de sus jei’es y oficiales subalternos de Venezuela. Creían firmemente que los realistas europeos eran semejantes á las bestias feroces, y que no había otro remedio que destruirlos. Distinguíanse los capuchinos catalanes entre sus compatriotas por su oposición á la causa de la Independencia, y se creyó que enviándolos ala eternidad, los Indios de las Misiones del Caroní la adoptarían con vigor, libertándolos de la presencia de los misioneros, á quienes veían como á sus opresores, á causa de la disciplina severa en que los habían mantenido para civilizarlos y morigerar sus costumbres. Parece que así sucedió, y que los Indios caroníes fueron soldados valientes en el ejército republicano.
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