Obligados a votar en la Mar Bella
Miles de peruanos acudieron a depositar su papeleta electoral y expresan su escepticismo ante el futuro que aguarda a su país.
EDUARD TRAVERIA – 10/04/2006
Barcelona. Servicio especial
La Vanguardia
Pasadas las nueve de la mañana de ayer domingo 9 de abril, eran miles los inmigrantes peruanos residentes en Catalunya que hacían una interminable cola para acceder al complejo deportivo municipal de la Mar Bella. La espera para participar en las elecciones rondaba las tres horas. Los motivos de esta larga espera eran, sin embargo, varios. El primero, y más decisivo, es la obligatoriedad de acudir a votar. A los ciudadanos que no acuden a la cita electoral se les impone una multa de 33 euros, que asciende a 90 si son llamados como miembros de las mesas. En segundo lugar, porque el polideportivo barcelonés era el único centro de toda Catalunya donde se podía dipositar la papeleta, junto con otros ocho emplazamientos repartidos por toda España. A estos factores hay que añadir la imposibilidad de ejercer el voto por correo. Así pues, y sumamos todos estos condicionantes se puede comprender que se produjera tal aglomeración en el polideportivo de la Mar Bella y en el puesto de helados más cercano y en la boca de metro más próxima.
La mayoría de los peruanos que hacían cola criticaban la política del gobierno de obligarles por ley a ir a votar. “Es una bestialidad, obligarnos a votar es antidemocrático”, sentenciaba en catalán Erika, una joven residente en Barcelona desde hace 5 años. Gonzalo, con la doble nacionalidad, alegaba: “No me parece correcto, coacciona nuestra libertad. Somos adultos y deberíamos poder escoger”.
Las expectativas de mejora de la situación de Perú tras las elecciones tienen tintes de desilusión y escepticismo entre la mayoría del electorado. “Para mejorar deberíamos cambiar toda la estructura del Estado”, “Voto al menos malo”, “Ya se sabe como acaba siempre, todos son iguales”, son algunas de las afirmaciones recogidas entre los votantes. Y es que ninguna de las 24 candidaturas inscritas satisfacían al electorado.
En el interior del pabellón deportivo, toda la pista permanecía ocupada por las 114 mesas electorales dispuestas. El gentío iba y venía con el DNI peruano en la mano, buscando su nombre en los listados del censo que forraban las paredes del polideportivo. Según el cónsul, Augusto Thornberry, de los 36.000 censados sólo unos 22.800 tenían todos los requisitos en regla y podían votar. Ni siquiera él defendía la obligatoriedad del voto. Según Thornberry, uno de los motivos de la vigencia de esta ley es el afán recaudatorio.
Por otra parte, en Madrid, que cuenta con unos 40.000 peruanos residentes, se produjo un colapso en el colegio electoral, debido a que en algunas de las 221 mesas electorales no aparecieron sus titulares. En cualquier caso, pase quien pase a la segunda vuelta, volverán las aglomeraciones. No hay que olvidar que acudir a la segunda vuelta también es obligatorio.
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