UN SACERDOTE EN EL CORAZÓN DE LA MISERIA
Casaldàliga, Premi Catalunya
Pasqual Maragall entregará en Brasil el galardón al obispo de los pobres.
Fue relevado en su cargo, pero el obispo continúa entre su gente con la voluntad de morir allí.
MARÍA ASUNCIÓN GUARDIA – 03/03/2006
La Vangaurdia. Barcelona
Pere Casaldàliga, obispo emérito de São Félix do Araguaia (Brasil), ha obtenido el Premi Internacional Catalunya en su XVIII edición. “Vanidoso, sí; orgulloso, no”, dijo Casaldàliga al reconocer su alegría por la concesión del galardón, que le ha sido concedido “por su meritoria labor entre los más desvalidos, en especial los indígenas y campesinos sin tierra, con los que ha colaborado en la transformación socioeconómica del Mato Grosso brasileño”.
Pere Casaldàliga, escritor además de sacerdote, es el primer catalán que obtiene este premio, pero no ejerce como tal. De hecho, se ha considerado al obispo emérito de São Félix do Araguaia como un “traidor”, converso a la causa de los amerindios. Ni siquiera se desplazará a Catalunya para recibir el galardón, ya que no viaja, entre otras precauciones, para evitar que se le impida regresar al país del que ha sido expulsado en cinco ocasiones, y donde por su labor ha sido amenazado de muerte, e incluso regañado por algún Papa. Será el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, quien le entregará personalmente el premio, desviándose para ello al Mato Grosso brasileño en su próximo viaje oficial a Chile.
Casaldàliga (Balsareny, 1928) se ordenó claretiano y ejerció diversos ministerios en Sabadell, Barcelona, Barbastro y Madrid, hasta que en 1968 aceptó el encargo de fundar una misión claretiana en Brasil, en São Félix do Araguaia. En 1970 publicó Feudalismo y esclavitud en el norte de Mato Grosso. Consagrado obispo en 1971, se le encargó la prelatura de São Félix, donde descubrió un pueblo oprimido por los latifundistas, de elevado analfabetismo y sin asistencia sanitaria, y se entregó a la defensa de los más débiles. Seguidor de la teología de la liberación, Casaldàliga – de quien Francesc Escribano publicó una biografía- es una de las personalidades más representativas de la Iglesia de los Pobres. Aceptada su renuncia por razones de edad, y nombrado un nuevo obispo, Casaldàliga continúa allí, con la voluntad de morir entre su gente.
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